VOLVER A INTENTAR
Heme aquí, con las ganas de volver a intentar. De cierta manera me veo tratando de darte a ti una reflexión que me he necesitado dar a mí mismo. De nuevo estoy escribiendo en este bonito blog que ojalá que te sirva de algo. Cuando inicié mi carrera como cineasta la empecé porque necesitaba de comer, pero también necesitaba hacer algo relacionado con el cine. Porque yo empecé en esto porque quería escribir. Quería crear historias que le despertaran al espectador lo mismo que las historias que yo veía despertaban en mí: estas reflexiones profundas, un despertar de la conciencia, un sentimiento de bondad, unas ganas de ser mejor. O simplemente emociones que en mi vida cotidiana no viviría de otra manera. Pero ser escritor y vivir de ello al menos, no es un camino fácil. Al menos no en México. Nada es un camino fácil en este país, pero bueno, lo intentamos.
Es por ese interés primigenio que me puse a trabajar en cine (después de años de estudio e intentos fallidos, claro está). Empezar como técnico fue mi manera de abrirme un camino y dejar la vela prendida que en algún momento seguiría escribiendo y conseguiría un lugar para escribir cine, mientras me ponía a trabajar en la industria que no conocía pero que generaba los contenidos que tanto amo. Con el tiempo, vi la carrera de escribir como una historia brutalmente lejana: de repente mi vida de técnico del cine se volvió más importante; pues descubrí lo cansado y absorbente que es ser un trabajador independiente en el cine: muchas horas, un salario justo por el que hay que estar constantemente peleando, poco sueño, pero eso siempre: mucha emoción. Fue entonces que me empecé a preguntar si escribir era mi destino o si mejor me quedaba dónde estaba. Me puse a perseguir avanzar en mi carrera y olvidarme un poco de querer escribir para mantenerme; pues este trabajo ha rendido muchos frutos y por sí solo me ha dado más trabajo.
Sin embargo siempre había una insatisfacción en mí. Siempre una llama que por más que la quisiera apagar no muere, que es escribir. Lo que nunca me gustó fueron las largas horas de trabajo sin que llegara a un resultado, pues escribir para cine no llega a ningún público hasta que se produce y se publica e incluso entonces es una batalla difícil de ganar. Entonces lo dejé. Pero he encontrado otras formas, otros intereses. Por eso empecé este blog, tanto por mi necesidad de escribir, de entender el mundo y también las ganas de conectar con la gente, de tener al menos un ápice del efecto que el cine tiene en el espectador: una línea de ayuda. Me vi a mí en necesidad de entender cómo funcionar en el mundo como un trabajador independiente y lo vi en tantos otros de mis compañeros. Toda esta reflexión no hubiera sucedido sin la pandemia, evidentemente.
Sin embargo siempre ha existido en mí esa voz que me alejó de escribir. Esta vez me dijo "¿Quién eres tú para andarle dando consejos a la gente?" Y es una pregunta muy válida, porque la realidad es que no soy especialista en nada de lo emocional. Simplemente soy una persona que le gusta pensar en la salud mental. Siendo un paciente (hasta ahorita) de psiquiatras y psicólogos, me baso en mis reflexiones para compartirlas con el mundo. O con quien me quiera leer y escuchar.
Y no sé, quizá este es un esfuerzo que se pierde en el vacío del internet. En el vasto mundo de la comentocracia y el "yo tengo más razón". La verdad es que para mí es cómodo escribir esto y no volverme un creador de contenido (que quizás es más probable que llegue a una audiencia de esta manera) porque no tengo ninguna obligación de verme sumergido en la vorágine de crear constantemente para mantener la atención. Pero también por eso lo dejo de intentar. También por eso dejo de escribir y me motivo. Porque no soy nadie para los lectores y al mismo tiempo quizás no tengo lectores.
Pero la llama sigue ahí. No lo puedo negar. Por algo estoy escribiendo esto. El intento sigue ahí. Y creo que es una de las cosas importantes que hay que recordar, sobre todo en los días difíciles. Porque claro, cuando estamos atareados de trabajo no tenemos tiempo ni ganas de pensar en qué fue lo primero que nos trajo aquí. Y luego, una vez que pienses por qué lo empezaste: vuelve a intentar. Porque nunca se vuelve a intentar desde cero. Siempre se vuelve a intentar, pero nunca de cero. Siempre tienes diferente experiencia, que no necesariamente tiene que ver con lo que quieres hacer, pero todo aporta. Y quizás es más difícil, pero son tus ganas iniciales. Tu motivo interior, que a final de cuentas es lo que te hizo empezar esto. Yo ya conté el mío. Quizás es momento de que te cuentes a ti, qué te trajo a hacer tu trabajo en primer lugar, y sigue intentando. Total, lo peor que te puede pasar es que triunfes más allá de lo que esperas, porque el fracaso lo vivimos todos los días. Y por eso tenemos chance de volver a intentarlo.
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