Bienvenidas y bienvenidos: Nadie Se Va a Morir.
Primero que nada gracias por estar aquí. Si llegaste a leerme es porque me conoces y me estás haciendo el favor de darme un poco de tu tiempo, que prometo que valdrá la pena.
Yo trabajo en cine y publicidad, que bien se caracteriza por privilegiar el independentismo como la mejor opción de carrera. En los pocos años que llevo en esto — poco más de 8 — he pasado por todos los estados emocionales posibles respecto a mi profesión. Me he sentido emocionado, poco y demasiado capaz, fatigado, hastiado, maravillado, preocupado por mi siguiente proyecto; luego rechazando trabajar porque tengo las fechas completas. No quiero decir que no sea verdad para todas las demás ocupaciones y modos de vida; sin embargo hay elementos que hacen específicamente estresante la vida del trabajador independiente.
Todos hemos escuchado el término freelance como algo liberador, mágico. Pareciera que la impresión colectiva es que estas personas no dependen de nadie. Se van de vacaciones cuando todos los demás tienen trabajo y no parecen tener tantas preocupaciones; son libres, ganan lo que trabajan y se despiertan a la hora que quieren. Toda esta fantasía tiene algo de verdad, pero también bastante de mentira. Sí, escogemos nuestros propios horarios y fechas, pero los freelance, (o trabajadores independientes) vivimos bajo la máxima que te han dicho tus padres y seguramente sus padres a ellos: “trabajo es trabajo”. Aunque tu amiga diseñadora (le pondré Mariana) se despierte a las 11 de la mañana para trabajar; aunque haga lo que le apasiona (o lo que dice que le apasiona) ese logotipo nuevo es trabajo. Y cada proyecto por muy fantástico e ideal que parezca, es trabajo. En esa vida hay tareas, clientes, jefes, fechas de entrega, cobros, pagos, en fin: el menú completo. No hay un independiente que no se haya pasado meses persiguiendo pagos.
Y es que ser freelance es en realidad hacer malabares con varias actividades emocionantes a la vez: Tener el privilegio de trabajar en lo que te apasiona, pero también tener que cazar a tus clientes para que te paguen a tiempo, eso sin dejar de lado que estás buscando el siguiente trabajo. Es liberador poder irte de vacaciones cuando todos los demás están trabajando, pero también te vuelves familiar con el sentimiento de abandono cuando todos los demás se fueron a la playa por el enésimo festejo a los héroes de la patria mientras tú subes desde tu oficina una foto de tu trabajo con alegría –a veces– forzada (#ILoveMyJob). Con el tiempo he aprendido y recibido muchos consejos de otros freelance que me han ayudado a sobrellevar mis emociones, mi estrés y mi manera de combinar el trabajo con mi vida personal; que para muchos independientes se divide por una línea muy delgada. Con este blog pretendo ayudarte a ti que vas a empezar en este mundo de la independencia laboral, o a ti que te sientes sobrecogido por el estrés al que has llegado con una profesión que te encanta pero te espanta. Estés en la etapa que estés, escribo esto pensando en todas las uñas que me comí pensando en la renta, en el trabajo y en mi futuro.
Lo que siempre me tranquilizó fue darme golpes de realidad. Creo que el primero y más importante principio se resume en el título de este libro: NADIE SE VA A MORIR. (Evidentemente este texto no está dirigido a personal médico o de emergencias, ni siquiera político) Nos gusta pensar que nuestro trabajo es esencial para la humanidad — y en muchos casos lo es —pero me atrevo a decir que la mayoría de los que nos dedicamos a actividades creativas no enfrentamos el estrés y la responsabilidad de puestos que de hecho sí sostienen — literalmente — vidas en sus manos. Es posible hacer lo que amas, en tus propios términos sin perder la cabeza. Bienvenidos.
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