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Foto del escritorMau Coronado

Atención a la vida personal

Cuando nos hablan de manejar el estrés, una de las "lecciones" más populares es "aprender a separar la vida profesional de la personal". Y todo suena muy bien, pero como independiente es un poco complicado trazar la línea entre una y otra. Es que, cuando uno es independiente es natural que mientras otros están de vacaciones o de domingo nos toca trabajar. Por una u otra razón – la primera es que las leyes laborales se olvidaron de los freelance cuando se trata de vacaciones, fines de semana, seguro médico, retiro entre otros tantos etcétera – a todos nos ha tocado trabajar de día, de noche o de fin de semana.


La verdad es que el calendario de un independiente no es tan fijo como el de cualquier empleado. No necesariamente hay épocas vacacionales determinadas, o tendremos proyectos que empiezan en fin de semana, así como semanas en las que no tenemos proyectos específicos. Es ahí que se nos puede cruzar la comida familiar con un pendiente de trabajo, un correo que llega en medio de una cena con nuestra pareja; o ya de plano nos salimos a medio baño con tal de contestar el teléfono. ¿qué tal si es un trabajo que me estoy perdiendo?


Pero ¡mamá! ¿por qué soy así? Para todo hay una explicación. Cuando realizamos un proyecto, es normal que nos sintamos movidos por la urgencia de cumplir, ya sea que tengamos una ventana temporal para cumplir o simplemente el ritmo de trabajo es muy acelerado. Esto se debe a nuestro sentido del compromiso. Básicamente para cumplir nuestro trabajo – ser profesionales – requerimos cierto nivel de compromiso, que se compone de tres aristas: afectivo, de continuación y normativo.


En resumen, lo afectivo se da porque nos gusta nuestro trabajo, el de continuación es básicamente nuestra necesidad financiera y los costos que tendría perder ese trabajo y el normativo habla de nuestra relación con nuestros clientes, proveedores y demás. Obvio ¿y a ti qué? Voy a ello. Justo es en nuestro compromiso con el trabajo que nos olvidamos de nuestra vida personal. Ya que entendemos que hay diferentes razones por las cuales le damos parte de nuestra vida al trabajo creo que es importante examinar cuáles son las razones predominantes. Como todo en la vida, lo ideal es lograr el equilibrio: un trabajo que nos gusta, que nos deja vivir bien (o al menos cubre nuestras necesidades) con gente que confía en nosotros y nos sigue dando trabajo.

Pero incluso tener todas estas razones no te exime de tu vida personal. Y menos le da derecho a tus clientes y empleadores de invadir los espacios de tiempo que tienes destinados a ello. Porque, por mucho compromiso que tengamos con nuestro trabajo, con lo que siempre te quedarás es con tu vida personal. Y para lograr eso, tienes que establecer espacios específicos. Lo digo también como aportación a la calidad de tu trabajo. Un proyecto que no respeta tu vida privada, termina por perder tu interés; sí, tus necesidades seguirán ahí y quizás te den trabajo en el futuro, pero no vas a intercambiar tu vida por un proyecto. O quizá ya lo estés haciendo sin haberte dado cuenta.

No siempre es así, pero entender tu compromiso con el trabajo que tienes, te darás cuenta de lo que merece de ti y qué no. Entiendo que hay veces que nuestro compromiso de continuación (pagar la renta) y normativo (seguir la buena relación con nuestros clientes) es grande, pero es una calle de dos vías. No hay manera de eludir la responsabilidad sin salir lastimado y eso aplica para ambos aspectos de nuestras vidas. El personal y el profesional.


Cuando empecé a escribir esto pensé en llamarlo "derecho a la vida personal". Como si no supiéramos que tenemos derecho a una. Pero es algo que constantemente, como profesionales, se nos olvida. Y es nuestra responsabilidad saber delimitarlos. La clave para "saber separar" ambos aspectos de nuestras vidas es entender cuáles son los límites y las razones específicas por las cuáles nos comprometemos con algo. Ya sea porque nos da de vivir o porque nos da vida. Parar, entender qué hacemos y por qué lo hacemos es tan necesario como respirar.


Ahora, no te pienso decir que dejes el celular, la compu o el iPad de lado y vivas tu vida intensamente – sólo tú sabes de qué trata la vida personal – pero cada que tu trabajo interfiera con esos momentos en que disfrutas tu vida, te preguntes: ¿puede esperar? ¿tengo que interrumpir este momento? ¿Es de vida o muerte? La mayoría de las veces la respuesta es: sí puede esperar. Termina de cenar. Lava tus platos, acuesta a tus hijos. Mejor disculparte por haber contestado un mail tarde que por ser un padre ausente.

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i: (Arias Galicia, Fernando. 2001) "El compromiso personal hacia la organización y la intención de permanencias: algunos factores para su incremento". Contaduría y Administración. 200.

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