Amix, date cuenta.
Todos conocemos al amigx que está en una relación en la cual no es valoradx. No nos cansamos de decirle, "déjale, no te merece, eres demasiado para esa persona", el ya famoso "amiga, date cuenta". Si no conoces a alguien así: amigx date cuenta. Ahora se puso muy de moda el término de relación tóxica. Pues, la mala noticia es que en el trabajo también existe la relación abusiva.
Muchas veces no se trata de que un empleador/cliente sea malo (aunque muchos empresarios estarán acostumbrados), sino que simplemente radica en nosotros una presión gratuita. Para todos los trabajos hay fechas de entrega, cambios, ajustes, negociaciones y un sinfín de factores que si los juntamos de la manera correcta logran ser el catalizador para un infarto potencial. Primero es bueno distinguir qué tanto viene de nosotros y qué tanto viene del trabajo en sí.
Esto no es una ciencia exacta, pero si en primer lugar no estamos cobrando una cantidad que equivale al esfuerzo y resultados que entregamos, te puedo garantizar que cuando cobras bien aunque el trabajo sea pesado, cuando menos ya tienes parte del estrés controlado, porque hay una sensación de justicia en lo que das contra lo que recibes.
Bueno y te preguntarás ¿cómo sé cuánto debo de cobrar? Me gustaría desarrollar una fórmula homogénea para todos los mercados y giros (que algún día haré) pero por el momento te paso lo que yo he hecho para definir un “salario” justo. En el artículo pasado hablaba de convertir a la competencia en colegas. Aprovecha para preguntar cuál es el cobro promedio que se hace por un trabajo similar al tuyo. De ahí puedes partir a establecer un punto de negociación que te parezca justo y haga tu trabajo más disfrutable. Claro que no te vas a poner a cobrar lo mismo que alguien que tiene 20 años más de experiencia que tú, pero te puede servir de base de acuerdo a tu experiencia y habilidades.
Y justo hablando de: para que tengas la seguridad de cobrar lo que vales, necesitas entender qué aportas a tu cliente/empleador. A detalle. ¿Por qué eres bueno y qué haces mucho mejor que tu cliente? ¿Se trata de eficiencia? ¿Disponibilidad? ¿Horas de trabajo? Cuando sabes exactamente lo que le aportas a tus clientes, le podrás responder con toda seguridad a la odiosa pregunta ¿y por qué tan caro?
No todo es valor monetario, también es valor personal y profesional. (Aquí volvemos a la metáfora de la pareja desgraciada). Habrá ocasiones que por más dinero que te paguen, hay trabajos que no estás dispuesto a hacer. Puede ser por prestigio, burnout (cuídate). Ya dependerá de tu experiencia y necesidad. Una de las dudas que me surgieron a mí cuando empecé a trabajar como 1er. Asistente de Dirección (y dejé de ser 2do.) fue cuánto era lo justo cobrar y si sí tendría trabajo. A partir de preguntar qué cobraban mis colegas, establecí un salario justo para mí y mis clientes. Con la práctica he logrado la confianza de la gente que me contrata y con ello ha crecido la confianza en mí mismo.
No quiero que uses una balanza moral en la cual nos pongamos muy por encima de todos los trabajos y comencemos a pensar que ninguno está a nuestra altura. Hay que ser realistas también. Por eso es necesario tantear el terreno laboral en el que nos desarrollamos: manejar las expectativas.
Ahora quiero nadar contracorriente y alejarme de la metáfora de las relaciones (ya sé, qué voluble). En cuestión de valor y precio - más cuando se trata del nuestro - nos podemos poner muy emocionales. Sin embargo quiero dejarte una idea básica para tu tranquilidad: no es personal. Ya sé que es hasta un lugar común mencionarlo, pero pausemos un poco a darle un vuelta específica a este tema. No es personal en el sentido que ofrecemos servicios. Para eso quiero imaginar algo distinto.
Digamos que en vez de ofrecer programación de páginas web -o lo que hagas- te dedicas a vender Mini Coopers. Te encontrarás todo tipo de clientes, pero cuando se acerquen a decirte que está muy caro el auto, en lugar de ofenderte les dices las bondades del auto y el valor de reventa. No necesariamente le das el 50% de descuento con tal de que te lo compre. O cuando añaden más cosas se cotizan extra. Porque TODO TIENE SU VALOR. No hay porqué ofenderse: buscamos más, pagamos más. Si alguien ofrece por un Ferrari el valor de un Ford fiesta usado, simplemente no se le vende y ya, no pasa nada. ¿Por qué tiene que ser diferente el trabajo freelance?
Si tratas tu trabajo como un producto digno -algo por lo que vale la pena pagar- podrás llevar tu trabajo con calma y mejor dedicación, más allá que los efectos secundarios de eso son matemáticas simples: puede que tengas menos cantidad de trabajo con la diferencia que tendrás la misma ganancia. Eso, significará más tiempo para ti, lo cual termina en mejor calidad de vida. Además que le puedes dedicar más tiempo a los proyectos que realizas lo cual equivale a mayor valor agregado a tus clientes.
Tomar esta actitud al principio es un proceso que cuesta esfuerzo, sobre todo si tienes compromisos económicos importantes (hijos, hipotecas, créditos, etc) sin embargo es una apuesta que vale la pena hacer, siempre y cuando sepas medir el riesgo que implica. Al final tiene muchas más ventajas que desventajas. No sólo te pondrá en un mejor lugar económico, sino que también mejorará tu calidad de vida.
Amix, date cuenta. Vales mucho y mereces respeto. Conoce tu valor, y mucho ojo con permitir que tu entorno se dé el lujo de desconocer tu valor profesional, o peor aún: lo reconozca pero se niegue a pagarlo. Buenos proyectos y muchos éxitos.
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